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Telaraña finita | Arrate Rodríguez
Del 3 de diciembre de 2019 al 26 de abril de 2020
Biombo
Sala de lectura
“Muy lejos de ser escritores, fundadores de un lugar propio (…) los lectores son viajeros; circulan por las tierras del prójimo, nómadas furtivos a través de campos que ellos no han escrito, arrebatando los tesoros de Egipto para disfrutarlos. La escritura acumula, amontona, resiste al tiempo por medio del establecimiento de un lugar, y multiplica su producción a través del expansionismo de la reproducción. La lectura no es una garantía contra el desgaste del tiempo (uno se olvida y lo olvida), no conserva sus adquisiciones, y cada uno de los lugares por donde pasa es repetición del paraíso perdido.”
Michel de Certeau
Un texto no existe si no hay lector para otorgarle significado; no tiene significado si no es a través de sus lectores. Pero, ¿cómo comparten esos diferentes lectores la comprensión de un mismo texto?, ¿qué y cómo recoge el receptor?
Los mismos textos pueden ser diversamente aprehendidos, manejados, comprendidos, pero un texto, no es un libro: cada nuevo lector crea un texto nuevo cuyo significado se verá modificado también por la forma y decisiones de su impresión (o salida digital).
Los autores no escriben los libros. Los libros no están para nada escritos. Están fabricados por impresores, artesanos y otros técnicos, por las prensas y otras máquinas: el texto no existe por sí mismo, no puede existir separado de la materialidad “se debe recordar que no hay texto fuera del soporte que da a leer (o a escuchar), y que por lo tanto no hay comprensión de un escrito, cualquiera sea éste, que no dependa en alguna medida de las formas por medio de las cuales alcanza a su lector. De allí la distinción necesaria entre dos conjuntos de dispositivos: los que tienen que ver con las estrategias de escritura y con las intenciones del autor, y los que resultan de las decisiones editoriales o de las imposiciones del taller… las variaciones de las modalidades más formales de presentación de los textos pueden modificar no sólo su registro de referencia sino también su modo de interpretación.” (Chartier: 1994)
De Arrate Rodríguez podríamos decir que acciona otro dispositivo más al compartir una serie de títulos de lecturas que ha hecho a partir de que leyó en 2011 Se questo è un uomo (Si esto es un hombre) de Primo Levi, mediante un mapa mental, que se va construyendo en tiempo real aparente, de asociaciones personales sobre temas y reflexiones que le provocaron los textos. De esta manera, invita a los visitantes a participar como nuevos lectores y a establecer sus propias conexiones a través de las pautas y referencias que ella establece. Uno de los ejes más importantes en el trabajo de Arrate es la idea –necesidad intrínseca- de extender en el tiempo la experiencia de la lectura con la intención de que su permanencia vaya más allá de las páginas, como una telaraña que va creciendo y ocupando territorio entre distintos recovecos.