OJOS OBSIDIANOS | Donna Huanca

Del 4 de febrero al 16 de julio de 2023
Curadora: Maya Renée Escárcega

Sala Juan Soriano

 

 

La piel protege aquello que llevamos dentro de la hostilidad del mundo. Con su conjunto de capas y mezcla de aceites, químicos y minerales, resguarda a los cuerpos de sufrir dolor, calor, presión y enfermedad. La grasa contenida en la capa más profunda conserva la calidez, mientras que la “piel verdadera” le brinda fortaleza y apoyo. Sentir es una posibilidad gracias a la capa exterior, que además de contener un pigmento y un impermeabilizante, tiene la capacidad de recordar en el futuro el trauma del presente.

En el occidente de Mesoamérica, la obsidiana a los pies del volcán de Tequila fue utilizada por la Tradición de Teuchitlán para la creación de espejos y artefactos de protección, mientras que en nuestros tiempos se emplean escalpelos de este vidrio volcánico en procedimientos quirúrgicos para proveer cuidados al cuerpo.

La práctica artística de Donna Huanca puede ser entendida así, como un ensamblaje de capas para brindar cuidados, confianza y seguridad a las modelos con las que colabora, y en su ausencia, evocar su energía. De ahí que ofrezca un remedio a la «mirada masculina» y a la «pedagogía de la crueldad» que convierten a la vida en objetos.

Huanca comienza su trabajo facilitando experiencias de meditación a modelos durante sesiones de performance. Si bien las modelos no acuerpan las salas del MAZ, el espacio retiene los ecos de sus cuerpas, por medio de improntas en la memoria: sonidos, olores, visuales, y vibraciones escalares y hápticas.

Las obras presentes en la exposición están interconectadas y son dependientes unas de otras. Las pinturas emanan de los performances, las esculturas de las pinturas y los pigmentos utilizados para pintar la piel de las modelos dimanan de las esculturas, mismas que se inspiran en minerales naturales y formaciones rocosas.

A lo largo de la historia del arte, el secado lento del óleo le ha permitido a las pintoras construir progresivamente los detalles de las figuras por medio de capas. Los óleos de Huanca, que en su distribución políptica adoptan dimensiones murales y despiden un olor particular, permanecen húmedos por una extensión de tiempo mayor al habitual, similar a las fórmulas cosméticas diseñadas para aplicarse sobre la piel. Y de cierta forma es así. La artista pinta la piel de sus modelos durante las sesiones de performance, después captura, imprime y pinta con(tacto) piel con piel gestos vibrantes.

El olor suma una capa sensorial. El plástico y los óleos tienen una esencia con evocaciones sensuales y familiares, pero también divisivas. La fetichización o la repulsión hacia el látex se manifiesta con rapidez en cada persona.

El paisaje artificial con calles refractarias y reflectivas se dispone a proveer un refugio a las energías que alberga y con las que colabora Huanca. Como laberinto, desorienta, pero también provee un espacio seguro para navegar y explorar con los sentidos una proyección de un futuro donde se cultiva la calidez, el tacto, la comunidad y la interconexión y dependencia de las cuerpas con el mundo natural.

Las esculturas totémicas metalizadas fungen como guaridas de descanso, escondites para ocultarse de la intensidad de la mirada. En su reflexión, los cuerpos presentes visualmente en el espacio se diseccionan y se camuflan. La mirada sufre una especie de metamorfopsia por la capa antiséptica, cuya claridad es aparente mas no cristalina, que distorsiona a las otras seres, las esculturas y las pinturas. Aún más, el reflejo propio se capta a través del plástico. Hay todas estas capas entre cada persona y sí misma, entre nosotras y nosotras mismas. Los cyborgs de Donna Haraway asienten: «¿Por qué nuestros cuerpos deberían terminarse en la piel, o incluir como mucho otros seres encapsulados por esta?».

 

Maya Renée Escárcega

 

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