A partir de una investigación sobre escultura pública y monumentos urbanos en México, la exposición Monumentos, anti-monumentos y nueva escultura pública presenta prácticas artísticas contemporáneas en México y América Latina que cuestionan la idea del memorial, el monumento y la escultura pública, y pretende ser una invitación para repensar la ocupación real y simbólica del espacio público.
Esta exhibición parte de tres secciones. En primer lugar, el archivo fotográfico de monumentos mexicanos, elaborado por Helen Escobedo y Paolo Gori durante la década de los ochenta, que incluye esculturas públicas en numerosos lugares del país. La colección se integra por motivos que han pasado a formar parte de la identidad nacional: los bustos de héroes, la representación alegórica de la patria, la historia prehispánica reinterpretada y también por esculturas de gran imaginación: un monumento a un caracol y a otros aspectos de la vida mundana.
En la segunda sección, se presenta el material histórico referente al proyecto de colaboración internacional organizado por Mathias Goeritz para los Juegos Olímpicos de 1968. La Ruta de la Amistad, un conjunto de esculturas abstractas y monumentales que fueron instaladas en las inmediaciones de las áreas deportivas, implicó la participación de 22 artistas de diferentes nacionalidades y aún se conserva en la Ciudad de México.
La exposición continúa con el trabajo de artistas contemporáneos que han abordado estos asuntos. El peso de las figuras políticas en las dictaduras y regímenes, la conmemoración de tragedias y las historias colectivas, se documentan a través de fotografías, videos, instalaciones y esculturas monumentales que son críticas de sus formatos.
Este proyecto implica la discusión de algunas preguntas vigentes ¿Cómo se conforma el espacio público y quién puede utilizarlo? ¿La erección de monumentos es un estrategia eficaz para la construcción de identidad? ¿El arte público es un mecanismo para la construcción de ideologías? ¿Qué posibilidades propone el arte de hoy para vincularnos con nuestras ciudades como responsables del espacio público y no solamente como espectadores?