Oficio y materia | Napoleón Aguilera, Karian Amaya, Lorena Ancona, ektor garcia, Rodrigo González Castellanos, Carmen Huizar, Felipe Manzano, Nuria Montiel

Del 31 de agosto de 2018 al 31 de enero de 2019 

 

Oficio y materia es una pequeña muestra del interés y la pertinencia en el medio del arte contemporáneo por las técnicas artesanales tradicionales, las prácticas populares, los materiales primarios regionales y los oficios ancestrales vinculados al campo.

 

La atención que –supuestamente de forma reciente– se le ha dado a conocimientos artesanales, en textiles, arcillas, pigmentos naturales y prácticas cuyo origen se encuentra en la tierra y en el medio rural, se puede entender de varias maneras. Los artistas reunidos en esta exposición provienen de diferentes entornos, las razones que, en cierto modo, han determinado su quehacer se explican por la crianza familiar de cerdos y borregos en Los Altos, por los códigos del poder masculino reflejado en la cantidad de hilos destinados a un fajo en Colotlán, por el destino de generaciones de mujeres en el tejido que un artista escoge romper haciendo del croché la pericia más usada en su trabajo. Los participantes son artistas jóvenes que celebran la destreza, el tiempo y esfuerzo empleado en el trabajo manual, que reconocen la vigencia de los materiales endémicos y de los ciclos de la naturaleza, que también honran la influencia indígena y la sabiduría popular.

 

En este ejercicio, hay quienes retoman manualmente la técnica tradicional y reinterpretan el diseño, así como su codificación y significantes. Algunos, mediante nuevos soportes y elementos inesperados, reformulan la técnica y en sus propuestas hacen evidente la perpetuación de estereotipos de género y de representación del poder.  Un tercer grupo experimenta con materiales locales e invierte el valor al convertir la materia cruda en obra final.

 

La división que produjo la noción moderna de “bellas artes” y la fetichización de algunas de sus técnicas y géneros (como la pintura al óleo en la versión de “cuadro de caballete”, tal como se formó en el siglo XVII) como artes nobles e intelectuales, en contraposición a “géneros artesanales”, estableció una jerarquía de valores y redistribuciones de visibilidad y significación. Esa factura entre arte/artesanía en términos de clase, rango, sexo, origen étnico y cultural, implica no sólo la distinción entre el artista y el artesano, sino el desarrollo de un placer no-ordinario, estético, y como objeto de una “atención estática”.

 

Al insertarse estas prácticas y técnicas artesanales al ámbito hegemónico del arte contemporáneo se subvierten las jerarquías mencionadas y se amplían los campos y la función del arte. Sin embargo, persiste la necesidad de cuestionar a los artistas y a los recintos museísticos como únicos agentes y espacios de visibilidad y legitimidad cultural de estas expresiones.