Otro día… (Poemas sintéticos) | Verónica Gerber Bicecci

Del 30 de noviembre de 2018 al 10 de marzo de 2019

 

En 1919 José Juan Tablada publicó Un día… (poemas sintéticos) , una alabanza a la naturaleza compuesta de haikus y estampas circulares diseñadas por él mismo. La artista y escritora, Verónica Gerber Bicecci, decidió  reescribir sus poemas para imaginar un día distinto, casi un siglo después, en el que más que una oda, lo urgente es reflexionar sobre la inminencia de una catástrofe ecológica. También sustituyó sus dibujos por las fotografías que se mandaron al espacio en el Disco de oro en 1977 (una de las pocas pruebas de la vida en la Tierra que sobrevivirá cuando hayamos desaparecido). Estas imágenes están intervenidas con acetona para emular los trazos originales de Tablada y, al mismo tiempo, emborronar la memoria que contienen.

 

Un siglo después significa muchas cosas. Cuatro generaciones distintas, una Revolución que se institucionaliza, una segunda guerra mundial, la repartición de países y pueblos, las vanguardias, viajes a la luna, liberación femenina y sexual, opresión femenina y sexual, tecnología como forma de vida, cambio climático, desastre ecológico, fronteras militarizadas, migraciones detenidas en un limbo, declive de las democracias.

 

La reescritura y las ilustraciones de Gerber Bicecci, a través de una poderosa sutileza, nos sitúan sin remedio en el presente, en el momento en el que la existencia se quiebra y la imposibilidad de completar otro siglo más es el futuro catastrófico. No habrá nadie a quién se remitir cuando la cápsula del tiempo se encuentre vagando en el espacio si la urgencia no se remedia. Las imágenes y sonidos grabados en el ridículo Disco de oro corresponderán a una raza extinta que con rigor depredó a las otras formas de vida del planeta. Hay cosas “que no se pueden contar con palabras”: en sus obras de arte y literarias, la artista se vale de geometrías, diagramas, esquemas y dibujos que conducen a lo indecible. En Otro día (poemas sintéticos) repite esta estrategia a la espera quizá de que las estampas circulares logren conmover al insensato, a aquél que se dirige, y además alardeando, hacia su propia aniquilación. El ácido emborrona la memoria que contienen, nos dice;  acaso advierte que el ácido emula nuestro quehacer. Borramos día con día nuestra memoria, lo que fuimos.